"Los locos de la azotea", son los primeros en ser bautizados con estas características. Fue en el década del 20, del siglo pasado, cuando una serie de amigos subieron a un techo y trataban de orientar lo que se conocía como radio galena. Fue una de las primeras experiencias en Medios de comunicación: la radio. Pero el término 'loco' (s) fue utilizado en otras situaciones que irrumpen el cotidiano común de la gente. Crónica TV, desde sus inicio- y con sus carteles de fondo rojo- era quien nos ilustraba sobre algún 'loco de algo'. Por eso cuando utilizó el titular: 'el loco del Obelisco', se refería a alguien que había trepado al símbolo mayor de CABA, a fin de manifestarse. Tuve oportunidad de conocer al 'loco del Obelisco', en el Hospital Borda, cuando fue de visita, aclarando que no lo enviaron allí, sino a un centro de drogas. Solo explicó porque pudo, pasado un tiempo, entender qué había hecho y cuáles eran las presiones que tenía en esos momentos.
Por San Miguel, también los diarios de la región titularon 'el loco del martillo'. Era un individuo que había salido con un martillo a golpear la casa de una familia, donde creía que estaba su mujer. También se había difundido por el canal local, y el pánico empezaba a cundir, si 'el loco' estaba suelto. En Grand Bourg, hubo un video que se hizo viral, donde bajaba un joven, a golpear el parabrisas de un auto, hasta destrozarlos, con un bate de beisbol. Por supuesto que fue bautizado: 'el loco del bate de beisbol'. Hasta aquí los Medios actuales y su clasificación de la locura violenta; pero la locura no es solo eso. Existen otros tipos de locuras, que a veces la psiquiatría clasifica mal. Son aquellas que tienen que ver con la alegría, el entusiasmo y por qué no la curiosidad (que necesita ser contenida, pero no apagada). Una curiosidad de mirarlo todo, desde otra perspectiva (más amplia, más general), para luego vislumbrarse.
En estos días de fervor por la obtención de la Copa Mundial de Fútbol, después de 36 años y de muchas frustraciones en Brasil, Estados Unidos, donde quedábamos segundos; la gente salió a festejar en las calles y en las plazas de sus pueblos. Rápido los móviles de TV, no solo enfocaban la gente que se acumulaba en la 9 de Julio, sino los que subieron al Obelisco.
En nuestra querida Rotonda de Grand Bourg, también hubo algarabías y muchas ganas de tener un poco de alegría, en este país que parecería frustrarnos todos los días.
Por eso apenas terminado el partido Argentina- Francia - luego de sufrir como un Argentino más- fuimos a ver como se juntaron en el centro de Grand Bourg: su 'rotonda'. Y allí estaban los que se subían a los árboles, los
que subieron al mástil de la plaza, los que miraban desde una terraza, o un balcón: para tener una mejor percepción de todo lo
que estaba sucediendo, con la llegada de la gente y sus familias, los chicos,
la espuma que se tiraba (como en un gran carnaval o una gran fiesta de todos),
los que cantaban, dispuestos a tener una inmensa alegría para sentirse parte del todo, en algo que nos una. Para muchos es una experiencia religiosa, para otros es una necesidad de sentir al otro feliz, disfrutando, viendo que puede gozar de algo que le puede dar entusiasmo a su vida.
Carlos Liendro
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