No eran los 4 fantásticos, ni los 4 de Liverpool, pero eran cuatro jóvenes que se lanzaron en aquellos tiempos a realizar un diario, con un nivel irreconocible y aún no superado para la región. El periodismo local, que hoy se sigue repitiendo, vive de lo que mendiga y negocia con los Municipios de la zona. Por eso cuando apareció ‘La Hoja’, algunos en los municipios temblaban. Esto pude verlo empíricamente. Esperaba una vez a que me atendieran en algún mostrador de algún municipio del ex Gral Sarmiento, y los empleados preguntaban entre ellos y esperaban que llegara el diario. Había una huelga de los municipales y el conflicto era con un intendente. Creo que ahí comenzaba a entender qué sucedía. Era el único medio por ese tiempo, que decía lo que pasaba realmente con las noticias locales, en relación a las políticas de los municipios. Pocos diarios lo hacían y todavía hoy muchos se callan por los intereses que tienen en juego. Forman parte de este periodismo prebendario: vivir de la plata que les pone algún concejal o de los intendentes para su campaña. Esto tampoco cambió. El punto no es que les pongan plata a esos diarios; lo que no se sabe es cuánto y encima es plata del erario público o de los contribuyentes con los impuestos.
Por
eso el diario era tan esperado y se leía. Por supuesto que la
TV de cable local tampoco los citaba. Otro medio que está al servicio de los
municipios, siempre y cuando paguen la publicidad. Estos jóvenes- que después
me enteré- habían empezado con una hoja, y de ahí el nombre, fueron aumentando
en información, opinión, análisis, entrevistas y suplementos. Creo que comencé
a leerlos cuando funcionaba el suplemento cultural, que salía los viernes. A
uno de sus periodistas, me lo presentó un escritor- patriarca de la región que
ya había tenido notas en el suplemento. Venía a cubrir un encuentro de
escritores que se hacía en San Miguel, y le dedicó un buen espacio.
Otra etapa que fui conociendo de los integrantes era que empezaban a editar sus libros. Los temas eran sobre la dictadura, los desaparecidos, Rodolfo Walsh. Asistí a varias de las presentaciones de sus libros y también me volvía a encontrar con gente de la cultura (pintores, músicos, escritores, dramaturgos), de las organizaciones sociales y de la política, que nos unía- a la distancia- la lectura del diario. Creo que eso habían logrado: unificar- en nuestro país siempre tan fragmentado- para estos municipios a su gente. O por lo menos para la gente más pensante y preocupada para que se desarrollen las regiones, y no sigan dentro de la trampa del clientelismo en las que la han metido.
A fines de los noventa fui acercando algunas notas
sobre ‘comentarios de libros’. Luego armamos una columna de ‘Salud Mental’, y
luego ya un espacio más amplio sobre cuestiones de políticas culturales. Para mí era un acercamiento a la región;
porque sentía lo mismo que sucede con miles de trabajadores de nuestros barrios
de este segundo cordón del GBA, en eso que denominan hogares dormitorios. Vivir
en lugar, no estar en todo el día, y trabajar en otro. Creo que eso les
debo a ellos. Lo que se conoce como ‘enraizamiento’: poder hablar de nuestro
lugar.
2010, fue la última etapa de mi colaboración. No hubo tiempo para debatir en ese gran
espacio de lectura que habían logrado, sobre las políticas universitarias de la
región. Otra forma clientelar que se empezaba a sentir (y será nota de otro
artículo) y que diez años después la gente va entendiendo: la universidad para
que se queden unos pocos en su conducción, con todas sus roscas, como cualquier
partido político.
Luego el diario cerró por esas crisis quinquenales que
tiene el país, y cada uno hizo su camino. Se convirtieron en profesores de
historia, abogados, licenciados, y siguen haciendo notas por redes sociales,
que me llegan. Los invito a escribir y a
Jornadas que realizamos por algunos lugares y ahora mucho más ya que todo este
año fue virtual (zoom, meet, skype). Algunos siguen editando libros y siguen en
la batalla cultural.
Carlos
Liendro
Notas:
al comienzo del periódico estaba Leonardo Ojeda
(en la foto Alfredo Sayus, Christian Gonzáles, Fabián Dominguez, Verónica Aurlasky, con el premio Nobel Perez Ezquivel)