La última vez que lo vi a Jorge Paladino fue en un colectivo. Fue cuando íbamos para el Hospital Castex. Él trabajaba como médico en terapia intensiva, y de mi parte estaba en la guardia de los jueves en salud mental. Lo había bautizado como 'Ricardo Piglia', por los lentes, la altura y esa forma de peinarse. Fuimos hablando de teatro, y por ese tiempo me asombraba que no haya publicado en un libro, todas las obras que había escrito. Debió haber sido hace mucho, ya que luego publicaron sus obras completas.
En un documental sobre 'los desaparecidos' y las luchas que hubo en la fábrica Ford, aparece hablando como sucedieron esos acontecimientos, contándolo en tiempo presente. Como siempre esta gente de la dramaturgia, me la presentaban otros escritores de la región de San Miguel. Fui a ver varias de sus obras por los teatros zonales y la Universidad. Era creador de Centros Culturales, como La Caldera. Allí me invitó a dar un taller sobre Bertolt Brecht. Mucho después me enteré que era militante del PCR, pero eso no importaba: lo que ha quedado son sus obras, su teatro comprometido, militante y realista. Escribí para un diario zonal sobre su teatro y sus actores. Por eso cuando relatan que 'era el partido quien debía aprobar sus obras', al principio me sorprendió, pero hoy eso ya no interesa. Seguramente era un intelectual orgánico. Lo real es que produjo y pudo retratar la argentina social y política.
En ese diálogo del colectivo, le fui contando sobre una obrita de teatro que estaba escribiendo: era Gardel en New York, luego de haber firmado para la Paramaunt, ayudando a sus coterráneos y cantando 'Lejana tierra mía'. Eran los que habían escapado del Golpe de Uriburu contra Yrigoyen en 1930. Colocaba a un Gardel solidario con sus compatriotas y con culpa, luego de haberse dado cuenta que pasó después de ese primer Golpe militar.
No era la primera vez que escuchaba que los médicos van a internarse a los hospitales donde trabajaron. No quería que lo visitaran. Estaba en oncología. Por medio de una colega, traté de indagar su estado, pero respetaba lo que había pedido. Luego me llegó la noticia, por gente del campo de la literatura. Hoy con las redes es más fácil transmitir una noticia. La difundí entre los que lo conocieron y los que no. Un dato de whatsAap me había llegado con el título: "Jorge Paladino, Hasta la victoria siempre!, pero no atiné a ver que lo enviaba gente del PCR. Y cuando lo difundí alguien me objetó esos símbolos; creo que me molestó bastante, pues también eso demostraba la limitaciones de esa clase de gente que creer ver más lo ideológico que arte (seguramente ese tipo no sabía quien era Paladino). Lo importante es que sus obras de teatro han tenido trascendencia y se seguirán representando.
Carlos Liendro