¿A
qué hora llega Cristina?, preguntaba una señora muy mayor, canosa y con un
bastón, mientras se acercaba a la estación.
A las 10.30 habían citado a todos los que quisieran estar en la inauguración y
había gente esperando por un lugar, que nunca abrió las puertas. Frente
a ese lugar comenzaron a llegar más policías, y por momentos había más tipos de
azul, con escudos y todo, que gente. También había tipos de civil, y ya
estaba confirmado que llegaría el presidente de la Cámara de diputados de la
nación, pero dentro de una hora.
En las otras salidas de la estación también había policías
femeninas que caminaban por fuera y marcaban los lugares por donde se podía
circular. Desde una de las entradas- que también tenían una especie de
persianas bajas, se acumulaba más gente e iban llegando las autoridades
locales. Se los distingue por los zapatos lustrados, una camisa planchada y un
saco crema o azul; con el pelo corto y organizando a la militancia, mientras
hablan serios, como indiferentes por celular. No había mucho nerviosismo, todo
estaba bajo control. Ese grupo que iba llegando, mujeres teñidas de rubio, con
ropa de fiesta, fueron los primeros y únicos que entraron. Había que armar la
tribuna.
Por eso para los que no pudimos entrar a la estación
y tener cerca a los funcionarios (tal vez porque no estábamos acreditados) solo
pudimos escucharlos por los altoparlantes, desde la vereda, donde están las
paradas de colectivos. Era interesante escuchar a los pasaban y las cosas que
decían. Una mujer mientras se escuchaba el discurso de algún funcionario les
gritaba: ¡Pongan más médicos en las guardias!...tanto lío por la inauguración
de una estación!; los que estaban escuchando en otra parte de la
vereda, comenzaron a silbarla y pedirle que se calle. Así sucedió con varios
que pasaban caminando, y que al enterarse quienes hablaban huían más rápido y
decían algún chiste escéptico.
Fue una pena que en medio de este acto tan esperado,
no hubieran puesto pantallas para que los que estaban (quedaron) afuera
pudieran verlo, ya que hubo bastantes personas- en su mayoría muy mayores- que
apenas podían escuchar. Ellos estaban cerca de una combi que tenía un equipo de
televisores y que apenas se podía ver. Intentaron remontar un ‘drone’, pero no
despegaba, y muchos del personal técnico, se entretenían, buscando la forma de
hacerlo funcionar. A veces la tecnología falla.
Tanto el ex intendente como el Presidente de
diputados, recurrieron a discursos emocionales. Recordaba uno, su infancia en
Grand Bourg, su escuela, el negocio de su padre que estaba cerca de la
estación. El segundo retomaba esas palabras emotivas y le agregaba la parte que
había venido a decir: dar un servicio que se había interrumpido y que era la
séptima estación que inauguran durante este gobierno en Malvinas Argentinas. El
dato es cierto, ya que las obras habían sido interrumpidas durante el gobierno
de Macri y no continuaron, pero nunca dicen nada de cuánto se gasta y cuál fue
el presupuesto dado a las empresas que hacen las obras. Toda esa postergación
generó las condiciones con las que tuvieron que
padecer y sufrir los verdaderos usuarios del tren Belgrano. Al fin y al cabo
allí había en su mayoría funcionarios provinciales y municipales, mucha tercera
edad, gente de la Cámara de comercio de Grand Bourg, periodistas que escriben
siempre buenas noticias, donde todo está bien (y después se enojan si uno les
pregunta cuánto tienen de pauta del Municipio) en este nuevo country que es
Malvinas. A este encuentro le faltaba el mayor símbolo peronista, cuando todo es
una fiesta: no había puestos de choripán y menos el bombo, para terminar de sacar la alegría.
La
conclusión es que fue un acto del Presidente de la Cámara de diputados, con la
excusa de inaugurar la última estación del Belgrano (en las otras
inauguraciones había estado Alberto y Kiciloff); estaban los que tenían que estar para la foto. Al ver a dos de
estos funcionarios juntos, y luego de sus discursos de promesas y esperanza,
siempre pienso cómo surgen: de dónde vienen. Ambos oradores, están muy
enlazados, en estructuras familiares, que ya tiene recorrido en la política
(uno en Malvinas y el otro en Tigre).
Desde allí los alientan y estimulan para que sigan subiendo, lo demás lo hace
el partido. Me volví caminado, y pensando en esa mujer que esperaba- en toda su
inocencia- que llegara Cristina.
Carlos
Liendro