Nietsche nos recuerda siempre que 'vivimos de los muertos'; pero no como algo lúgrube o depresivo, sino como ese recuerdo de los momentos que se compartió con el maestro, el amigo y el hombre de Letras que fue Humberto.
Hay tantas anécdotas que para mí comienzan en la forma sorpresiva de como lo conocí. He contado que lo veía pasar por la vereda de mi casa. Mucha gente nueva había llegado al barrio, y verlo pasar con esos cabellos blancos y ese andar tranquilo, me hacía suponer que era un docente,un músico ó un científico jubilado. Como siempre a los escritores de la región me lo presentó esa institución que ya es Julio Azzimonti. Tenía su grupo de escritores reunidos en San Miguel. Así que una vez cada 15 días nos reuníamos, ó era una vez por semana? La cuestión era que una buena excusa para comer unas pizzas y leer lo que se producía: cuentos o poesía.
Finalmente Humberto Rivas, dramaturgo- para una forma de presentación- vivía a la vuelta de mi casa. De allí en más muchas reuniones se hicieron en casa. Por ese tiempo- a fines del siglo XX- salió una revista literaria como 'El hiperpótamo', donde muchos de los escritores colaboramos con artículos.
La forma de relatar que tenía, era especial, de eso no me olvido. Recuerdo cuando contaba la visita que había hecho a un politicón de la zona,que iba a estar en el área de cultura, por el tiempo de elecciones. Habían ido a la casa por una reunión y al ir a buscar agua, abrió la heladera: solo había un limón secándose. No solo tenía gracia lo que relataba, sino lo que después en este país seguimos viendo; ese aprendiz de político se dejó comprar la banca en la que iba de candidato para pagar la deuda de una casa. De eso nos enterábamos mucho más tarde.
En del viso, en un Centro de las Artes y junto con otros amigos, le hicimos un homenaje. Quedó filmado dentro de un documental, que mostraba 'la resistencia de la cultura', como épicamente llamaba a esa época ante la avanzada del liberalismo caníbal, que no solo dejaba pobreza, sino que dejaba miseria cultural. Allí dijo unas palabras: 'la cultura como un alimento para el espíritu'.
Cuando venía a casa recuerdo que me solicitó un libro de Nijinsky. Era una biografía y le servía para una obra que estaba escribiendo. Siempre estaba al tanto de lo actual, y luego conversábamos sobre literatura y cine. Allí me enteré que tenía como amigo a un cineasta Jorge Polaco. Él llamó una vez por teléfono, preguntándome como estaba la salud de Humberto. Ya había sido internado en el htal Castex, donde trabajaba en terapia intensiva el médico y dramaturgo- que yo había apodado 'Riacrdo Piglia'- Jorge Paladino.
Por su amiga Stella Torres, me llegó el libro que le había prestado, pero ya Humberto no pasaba más por la vereda. Se había ido de gira junto a novelistas, poetas y dramaturgos.
Carlos Liendro